Retos del transporte público ante la llegada de las nuevas tecnologías

Marco Ureña | Asociado Senior | Batalla – murena@batalla.com 

Artículo para revista Firma

La industria del transporte público es una de las industrias que está siendo más seriamente afectadas por los avances de la tecnología. La llegada a nuestro medio de empresas disruptivas como Uber representa un serio cuestionamiento al concepto tradicional de servicio público e introduce una especie de competencia a un mercado, hasta entonces, regulado y cerrado.

“Uberización” del transporte: Uber, Cabify y Lyft:

Uber es una plataforma de origen estadounidense que une conductores disponibles con clientes que desean trasladarse de un lugar a otro en determinada ciudad. El pago se realiza por medio de una o más tarjetas de crédito previamente incluidas en la aplicación por parte del cliente con lo que se evita el uso de efectivo y se controlan los montos facturados. Por su parte, Lyft es también de origen estadounidense y Cabify de origen español y ambas funcionan en forma bastante semejante a Uber. Ya se rumora que Cabify podría ingresar a San José en las próximas semanas o meses. Estas y otras empresas como Airbnb y BlaBlaCar forman parte de lo que se denomina economía colaborativa o consumo colaborativo.

Uber ha enfrentado las protestas de los gremios de taxistas en casi todas las ciudades en que ha ingresado que la consideran una especie de competencia desleal al no estar regulados ni contar con una concesión o autorización del Estado para ofrecer el servicio de transporte público. ¿La requieren acaso? Mucho se podría argumentar a favor o en contra de ello, pero lo cierto del caso es que el Estado no puede desconocer la realidad impuesta por el avance tecnológico y los nuevos agentes económicos. El Derecho avanza y siempre avanzará más lento que la realidad comercial y económica. 

¿Tendría sentido intentar regular a estas nuevas empresas y esta nueva realidad en este momento? Quizás no porque su avance es tan rápido que es difícil predecir y, más aún, regular su próximo movimiento. En caso de considerarse necesaria su regulación, ésta debería ser en la forma más abierta posible para que la regulación no se convierta en un obstáculo al desarrollo económico y tecnológico.

Quizás lo más atractivo de esta uberización del transporte público es que, a través de ella, se ha introducido competencia a un mercado que no estaba en competencia y que funcionaba a través de concesiones de servicio público. ¿Podrán los taxistas y los denominados “seetaxis” competir contra una plataforma como Uber? Es posible que sí siempre que realicen cambios que mejoren la experiencia de los usuarios y motiven su preferencia. La creación y perfeccionamiento de aplicaciones como “Easy Taxi” y “Taxible” demuestra que el funcionamiento de la competencia en este mercado es posible. Al final del día, serán los usuarios, fines últimos de la regulación, quienes determinen el éxito de una u otra plataforma por medio de su preferencia.

Experimentos con vehículos autónomos:

Mientras en Costa Rica seguimos discutiendo sobre la legalidad o ilegalidad de aplicaciones como Uber y Cabify, en países como Japón y Singapur ya se realizan experimentos con autobuses y taxis autónomos, es decir, que no requieren conductor. En el caso de los taxis autónomos, el pasajero por medio de una aplicación, ordena el vehículo, define su destino y paga el precio. Podríamos decir que es algo semejante a Uber, pero sin el conductor. En Estados Unidos, ya son bien conocidos los grandes esfuerzos de empresas tecnológicas como Google y Apple, en asociación con empresas automovilísticas, por desarrollar y perfeccionar vehículos que no requieren conductor. Valdría la pena preguntarse, por ejemplo, ¿qué dirán los gremios de taxistas cuando una tecnología semejante llegue a Costa Rica?

El Derecho debe ser reflejo de la realidad comercial y tecnológica y nunca un obstáculo. Las autoridades deben analizar los avances tecnológicos con una mente abierta que les permita tomar las decisiones acertadas. ¡Los bueyes delante de la carreta, siempre!